El Jardín del Edén

Obra: Eduardo Chillida, Galería Blanca Soto Arte
Marbella Design, España

El Jardín del Edén: Adán y Eva es un proyecto de Arte y Paisajismo concebido por Rosa Ceño en torno a la obra pública de Eduardo Chillida Belzunce, gracias a la colaboración de Blanca Soto Arte, para Marbella Design 2019. Las dos esculturas que la paisajista caracterizó como Adán y Eva estuvieron expuestas meses antes en París, en la exposición Des lieux et des hommes del artista, hijo y homónimo del escultor vasco Eduardo Chillida.

La Belleza de las Matemáticas. Ginkgo Landscape presenta un diseño basado en el número de oro (Phi), la proporción áurea y la espiral de Fibonacci. Dos jardines rectangulares de proporciones áureas que se reflejan en la relación entre sus lados (3,236:2 =1,618). Asimismo, aunque las dimensiones de las dos esculturas juntas no cumplen este principio dorado, porque la división entre su ancho y largo no es 1,618, el arco trazado que une cada jardín con el rectángulo de las esculturas sí está vinculado con el número áureo, pues dicho arco forma parte de la espiral de Fibonacci.

Ceño representa la dualidad de un jardín simbólico y conceptual diseñado con proporciones áureas mediante un espacio mediterráneo-tropical que aporta soluciones sostenibles al cambio climático y que escenifica un dilema: Adán y Eva, dueños de su libre albedrío, reflexionan sobre cuál será el jardín de su elección en un paraíso para los cinco sentidos: colores, fragancias, texturas, sonidos y sabores recrean un mundo ideal en el que la naturaleza envuelve dos esculturas íntimas. Una fuente recrea el río de cuatro brazos (Pisón, Gihon, Hidekel y Eufrates) que riega el jardín. Y, en una preciosa metáfora vegetal, Adán (Sophora japonica) y Eva (Lagunaria patersonii) se funden en un abrazo del que brota una lluvia de bromelias (Billbergia x windii) que evoca los sonidos descongelados del Gargantúa de Rabelais, transformados en piedras preciosas, como esmeraldas y rubíes.

Nuestro planeta sufre cada vez más las consecuencias del cambio climático y el agua es un bien escaso; por ello aplicamos los principios de la xerojardinería y vemos innumerables espinas en:  Erythrina crista-galli, Phormium tenax ‘purpurea’, Dioon spinulosum y las Cycas revoluta, ambos fósiles vivientes de la época de los dinosaurios; Agave atenuata, Chamaerops humilis y palmeras como Washingtonia robusta y Archontophoenix alexandrae, además de bromelias como Achmeas, Nidularum o Vrieseas. La geometría es la base de la composición: un rectángulo formado por rosas de Siria (Hibiscus syriacus) enmarca el círculo que dibujan las inflorescencias rosadas la acacia de Constantinopla (Albizia julibrissin ‘Ombrella’), que esconde el secreto mejor guardado del jardín: una Yucca rostrata de aspecto amenazante, piel de dragón y un bello color azulado que almacena en su tronco un depósito de agua.

Los frutales tienen un protagonismo destacado en la composición: en el Huerto del Edén encontramos el Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal, representado por un Kumquat cargado de ‘frutos prohibidos’. En el Jardín de Grava, Vitis vinífera simboliza el Árbol de la Inmortalidad. Papayas (Carica papaya), piñas (Ananas comusus ‘Variegata’) y melocotoneros (Prunus persica) completan el huerto del Edén. En el jardín abundan plantas que recuerdan a animales: orejas de elefante (Alocasia macrorrhiza), colas de pescado (Caryota mitis), dragones (Yucca rostrata, Dracaena drago), erizos (Ptilotus exaltatus ‘Joey’) y arces (Platycerium bifurcatum), entre otros.